SACERDOTE Y JUEZ ENFRENTADOS POR UN GALLO.

Cantidad de envíos : 956 Fecha de inscripción : 15/09/2009

Un sacerdote y un juez de un pueblo colombiano, enfrentados por un gallo

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Nunca antes un gallo había generado tanta roncha entre un sacerdote y un juez colombiano. Ismael Perdomo, sacerdote del pueblo de Nataga, ubicado en del departamento sureño del Huila, estuvo contra las cuerdas un par de semanas por cuenta de un juez que le ordenó sacrificar o retirar su mascota de la parroquia.

Jorge Giraldo, el Juez Promiscuo Municipal de Nataga, le exigió a través de una carta que se deshiciera de un gallo que tenía en el patio de la parroquia y que cantaba las 24 horas del día. El animal era desesperante, dice a ELMUNDO.es el magistrado, quien vivía perturbado por el ave y según su testimonio, el ruido sofocante lo desesperaba, lo sacaba de sus cabales, le obstruía pensar y tomar decisiones en sus fallos judiciales.

"Mi trabajo es de pensamiento, analítico. ¿O a usted le gustaría tener un gallo cantándole todo el día en sus oídos y tener que escribir?", interroga el Juez Giraldo.

Las posiciones en el pueblo fueron encontradas. La mayoría de feligreses estaban a favor del párroco Perdomo. El ciento por ciento de los pobladores son católicos y siguen los pasos de la Virgen de Las Mercedes quien tiene de un santuario concurrido en dicha localidad.

Otros pocos favorecían al juez, un hombre que supera los 60 años, está a punto de jubilarse y según conoció este periódico, tiene poca aceptación en Nataga porque es cascarrabias (de mal genio).

La furia y el desespero del Juez Municipal de Nataga llegaron a tal punto que le pidió a la Policía que intercediera. Los uniformados llegaron hasta la parroquia y le pidieron al sacerdote que matara el animal, cosa que no aceptó porque su mascota no le hacía daño a nadie.

"Me regalan gallos, son criollos y los dejo unos días alimentándose bien para llevarlos al plato después. Y como aquí el ambiente es muy agradable cantan en la mañana, medio día, tarde y noche. Yo soy feliz, pero el señor Juez, no lo es", expresa el sacerdote católico al confesar que cuando tenga un próximo gallo lo matará antes de que cante e invitará al jurista a comerse un delicioso sancocho (caldo con pollo, plátano, papa), donde le pondrá en su plato la mejor presa.

El Juez Giraldo, insiste en que no quiere pelear con nadie, se declara católico y fiel a las misas de su religión. Pero lo desespera el ruido y hasta el olor del excremento de gallina que sale del patio de la parroquia.

"Soporté un chivo, también tenían ese animal y le pedí a otro sacerdote que lo quitara y me hizo caso. Lo amarró en el atrio de la iglesia", cuenta. Y confiesa que interrumpió audiencias públicas y decisiones de la Justicia por el animal. "El ruido me perturba", insiste.

El reclamo del Juez Municipal de Nataga llegó a manos del Obispo de Garzón, Rigoberto Corredor- superior del padre Perdomo - quien le ordenó sacrificar al animal y dejar en paz al representante de la Justicia en su localidad.

Al cura Ismael Perdomo no le quedo otra opción que matar al gallo a quien no alcanzó a bautizar. "Evité que se enfermara el Juez y tuviera que pagar las consecuencias", dijo.

Ahora, en las oficinas del Juzgado Promiscuo Municipal se siente tranquilidad. El animal que perturbaba al juez dejó de existir. Solo se escucha la voz fuerte del hombre quien imparte justicia en la localidad, que llaman intolerable y quien promete no quedarse callado si a la parroquia llegan nuevos animales y son criados como huéspedes. "Ha muerto el gallo de la pasión, de la discordia", rumorean en el pueblo donde en voz baja el sacerdote y el Juez siguen enfrentados.
fuente:
http://www.elmundo.es/america/2011/05/17/colombia/1305661607.html